El pasado
28 de octubre escribía una entrada en este blog que entonces titulé “Yo soy… ¿Quién soy?”. En ella hablaba
de mi primer encuentro con Carmen, una terapeuta que trabaja en el Grupo Akro
que, en dos horas, consiguió que fuera capaz de descubrir a una nueva Anabel.
Aquella
imagen de mí que Carmen me mostró, y que me
pareció una total desconocida, hoy tengo la certeza de que siempre estuvo
ahí dentro, escondida, esperando que le diera la oportunidad de salir a la luz.
Si para entender esa miniatura de mí con la que me había conformado, Carmen me
ponía el ejemplo de las muñecas
matrioskas, hoy me quedo con esa misma metáfora, pero eligiéndolas a todas del mismo tamaño. Hoy sé quién soy, y sobre todo, tengo el poder de elegir quién quiero ser en cada momento, qué
personaje saco a jugar al tablero, dominando yo el juego, no los personajes a
mí.
Contenta
con los resultados de ese primer encuentro, un par de meses después me dispuse
a ver de nuevo a Carmen, para comprobar con ella que, los cambios que yo misma
había ido testeando, eran reales. Y sí, lo eran.
Me siento más segura, me hago menos la víctima y he
tomado consciencia de que, lo que tengo, y lo que soy, lo elijo yo.
Aunque
puede parecer una tontería, la mayoría de las veces es mucho más fácil culpar al destino, a la mala suerte o a
cualquiera que se cruza en tu camino de tus males, que hacer una reflexión
seria y hacerse responsable de las decisiones que tomamos y del rumbo que
marcamos a nuestra existencia.
En ese
terreno evoluciono, lo siento así y
cada día compruebo que elijo, unas veces
mejor, otras peor, eso sí, siempre con conciencia. Eso me ayuda a
conocerme, a detectar debilidades y
fortalezas, patrones de conducta, bloqueos no superados del pasado… y así,
liberando carga, puedo ir avanzando en mi camino, aunque sea muy despacio.
Mi
asignatura pendiente es reconectarme con
mi cuerpo, escucharlo, respetarlo, dejarlo sentir, cuidarlo y que las emociones
fluyan a través de él sin congelarlas, sin esconderlas, como hacemos un
porcentaje demasiado elevado de seres humanos.
Aprendo a
gestionar mi humor, mi ira, la rabia, la tristeza, si aparecen esas emociones,
por feas que me parezcan, las dejo salir,
por algo están ahí, no pasa nada, de vez en cuando viene bien darles su minuto
de gloria.
En la
primera sesión Carmen descubrió a la Anabel ángel, pero sí, lo admito, también
tiene su antagonista y existe la Anabel demonio. ¡No pasa nada! En el equilibrio de opuestos está el éxito.
Termino un
año intenso, lleno de experiencias
positivas y negativas que han marcado un antes y un después en mi vida. He
aprendido, o así lo deseo, y aunque a veces sienta que soy lenta memorizando las lecciones, tengo claro que aprobaré todas
y cada una de las asignaturas de la vida. No me cabe la menor duda.
El resumen
de este año 2013 es que el poder está en
mis manos, las respuestas, las llaves, la sabiduría… lo podemos llamar de
mil maneras pero no volveré a buscarlo
fuera… porque lo que tenía que hacer era mirar dentro de mí. A veces nos
cuesta hacer introspección porque no siempre nos gusta lo que vemos, pero hay que aceptarse, con lo bonito y con lo
feo, porque no somos perfectos y también en nuestros defectos se esconde la
belleza.
Asomaros
ahí dentro y descubrir vuestra esencia, porque sólo a partir de ese reconocimiento
podemos elegir el camino correcto. En mi camino se cruzaron hace unos meses personas como Marta Yuste o Carmen Cebriá y siento que me han ayudado a ubicarme un poco más en este mundo en el que vivimos. No pierdas la oportunidad de estar más cerca de lo que eres... porque tratar la emoción sana el cuerpo y la mente. ¡Está comprobado!
¡Feliz
2014!