Hace unos días Marta Yuste, Directora General del Grupo
Akro, me invitó a conocer a Carmen Cebriá, Maestra en Reiki desde el año 2000,
con 15 años de experiencia en terapia emocional y energética, y creadora del
Método ‘Conciencia Yo Soy’.
Me habló maravillas de su capacidad para reconectar a las
personas con su verdadera esencia, y no me lo pensé dos veces; la llamé y pedí
cita para tener una sesión con ella en Akro Madrid.
Me presenté ante Carmen con pocos datos, sin conocer apenas
su metodología, pero eso sí, con la mente muy abierta para absorber todo lo que
pudiera decirme.
Sin una motivación, ni un malestar concreto, me puse en sus
manos absolutamente receptiva. ‘Conciencia Yo Soy’ es un aprendizaje vital para
conocer, sentir e integrar nuestros 4 cuerpos: físico, mental, emocional y el
Yo Soy.
Me pareció perfecto empezar mi experiencia en Akro tomando
conciencia de quién soy, qué soy y qué proyecto, algo que, por raro que
parezca, no siempre coincide. Al fin y al cabo, como me dijo Carmen, todos
llevamos dentro un gran actor.
Carmen me ofreció herramientas para conocerme mejor,
invitándome a observar mi realidad desde la calma, la respiración, la
meditación, permitiéndome ser más intuitiva y dejando de lado el ego, para
darle protagonismo al corazón.
Sus manos transmiten mucha paz, mucho amor, y además, a
medida que avanza la sesión, sientes cómo despierta tu potencial, cómo te ayuda
a conectarte con tu verdadera esencia y cómo te abre los ojos a sentimientos,
emociones y situaciones no resueltas, que aparcamos, o dejamos en el congelador
para evitar el sufrimiento.
En pleno siglo XXI, la gestión de lo emocional sigue siendo
nuestro punto débil… cuidamos nuestro cuerpo, nuestra mente, nos creemos en
forma y en plenitud, hacemos un millón de cosas al día, pero a veces no le
dedicamos ni cinco minutos a nuestros sentimientos. Eso nos lleva a vivir en un
desequilibrio constante, a sentirnos tristes y apagados sin saber el motivo, y
a canalizar muy mal nuestra energía.
Ahora, después de conocer a Carmen, sé que no es casual que mi primer contacto terapéutico con Akro fuera ella… tenía que conectarme conmigo y ser consciente de que aún me queda mucho trabajo personal por hacer, a la par que con mi cuerpo físico, pues es ahí donde percibimos nuestros estados emocionales, y donde creamos malestares y dolencias que nos indican lo que nos ocultamos o negamos a nosotros mismos. Para trabajar esa idea global del individuo, Akro es el lugar perfecto porque sus profesionales creen y defienden la necesidad de abarcar esa totalidad cuerpo-mente-emoción.
Ahora, después de conocer a Carmen, sé que no es casual que mi primer contacto terapéutico con Akro fuera ella… tenía que conectarme conmigo y ser consciente de que aún me queda mucho trabajo personal por hacer, a la par que con mi cuerpo físico, pues es ahí donde percibimos nuestros estados emocionales, y donde creamos malestares y dolencias que nos indican lo que nos ocultamos o negamos a nosotros mismos. Para trabajar esa idea global del individuo, Akro es el lugar perfecto porque sus profesionales creen y defienden la necesidad de abarcar esa totalidad cuerpo-mente-emoción.
Hoy soy más consciente de mi realidad actual, vivo el
presente, detecto con más facilidad los momentos de estrés e intento liberarme
de juicios, críticas, culpas, emociones o sentimientos inconscientes que nos
van minando por dentro y nos separan de nuestro camino.
La mayoría de las veces no encontramos respuestas al
cansancio, a las enfermedades, los problemas de pareja, los conflictos
laborales y personales… y la clave, casi siempre, está en nosotros
mismos. La cosa está en que es más fácil echar balones fuera, que mirar hacia
dentro y entrar en las habitaciones que hemos preferido cerrar y llenar de
polvo. Limpiar casi siempre da pereza, ya sea por fuera, o por dentro… pero
cuando uno se decide, y se pone, la satisfacción de verlo todo reluciente no
tiene precio…
Carmen nos invita a limpiarnos, a coger el trapo y la
fregona y a sanarnos desde el amor, Amor en mayúsculas y bien entendido, el que
empieza por uno mismo y se vive y comparte con el otro.
Ella es sólo un vehículo que hace que te sientas más
libre, te ayuda a romper cargas e interferencias que nos proyectan familiares,
amigos, parejas y personas con las que tenemos vínculos emocionales que no
siempre son positivos. Cortar con esos lazos que nos impiden avanzar es
sinónimo de libertad.
Durante las dos horas que compartí con ella lloré, reí, me
emocioné, buceé en mi interior y fui consciente de que soy mucho más de lo que
creo que soy. Me puso el ejemplo perfecto, sacó una matrioska y me dijo, ¿ves
esta muñeca grande Anabel?… pues eres tú… y abriéndola empezó a extraer de esa
primera muñequita de madera un montón de réplicas cada vez más chiquititas…
cuando sacó la última, apenas una veinteava parte de la grande, me miró con
afecto y me dijo “Ana, no te conformes con ser una miniatura de ti misma”.
De repente esa fila de muñecas cobró sentido y muy emocionada le di las gracias a Carmen
por ser capaz, sin conocerme de nada, de darme mensajes tan contundentes.
Intentaré tener los ojos y el corazón bien abiertos para
mantener este nuevo estado de consciencia y no volver a sentir que soy una
sombra de mí misma.